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La cita y el hombre misterioso – Relato

La cita y el hombre misterioso - Relato

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La cita y el hombre misterioso - Relato

Azucena se preparaba para su cita, todos decían que tenia un cuerpo de infarto, aunque ella jamás diría tal cosa, en estos momentos sentía inseguridad, nada le quedaba bien, o eso se repetía en cada vestido que se probaba.  

Aun quedaba por probarse el último vestido, uno que ni siquiera había estrenado, ya que se lo iba a poner en la fiesta de cumpleaños de su padre, pero un fatal accidente, acabo con la vida de sus progenitores…, lo saco y al verlo le vino la memoria aquel día. Puesto el vestido, se miro al espejo, era azul oscuro, de tirantes, cuyo escote triangular hacia resaltar su pecho, ciertamente le quedaba como un guante, marcando la silueta delgada.

Su pelo negro brillante y liso, caía en cascada por su espalda, decidió dejárselo así. Al cuello se puso una cadena de plata dónde colgaba una A de azucena, regalo de su madre por su 25º cumpleaños.

  La nota de Alex era escueta, no muy típico de él, pero supongo que los últimos acontecimientos, le dejaban poco tiempo. La cita era en el puerto, un restaurante con las vistas más impresionantes de la ciudad, la noche presentía que iba a ser perfecta.  

Al salir a la calle, llamo a un taxi, sus ojos verdes resplandecían como el mar al anochecer, hace tiempo que casi no tenían tiempo de verse, las ocupaciones y los viajes de negocios de Alex, les impedían verse más, pero todo eso iba a cambiar.   Una vez en el lugar de la cita, Azucena se pido una copa, salio a la terraza y se apoyo en la barandilla, observando las vista, el mar en calma, la luna reflejada en el agua y las miles de estrellas en el cielo era un gran espectáculo.

  Oyó pasos detrás suyo, se giro lentamente, vio aun hombre que se acercaba, totalmente vestido de negro, mostraba seguridad y sus ojos negros como el carbón mostraban una frialdad glacial. Mi cuerpo se puso en alerta, sin razón aparente, pero su imponente figura daba miedo, no sabia explicar porque.

Cuando llego a su altura, la miro a los ojos, y sintió frío y miedo, su boca hizo una mueca, que parecía una sonrisa y le pregunto:  

- ¿Eres azucena? dijo el hombre con voz fría, que intentaba ser amable.

  - si- balbuceo Azucena, sintiéndose cada vez más helada.   - No digas nada, no grites y sígueme o a tu novio le pasara algo muy malo, no quiero hacerte daño, pero es imprescindible que me acompañes.

Le siguió, no entendía que estaba pasando, lo único que sabia es que Alex se encontraba en peligro y que el hombre misterioso sabía donde encontrarlo, no tenia opción.

  Un almacén en el muelle, entramos, había un hombre al cual le dio la orden que trajera a Alex, mientras tanto ato a Azucena las muñecas a la espalda y la sentó en una silla, apareció el hombre con Alex, lo sentó en una silla enfrente, la primera mirada de Alex fue para  Azucena, pero no dijo nada, no quería complicar las cosas.

El hombre le golpeo, haciendo que la sangre chorreara por toda la mejilla, manchado la camisa, la vista desenfocada y la cabeza le dolía como si cientos de martillos golpearan su cerebro...

El hombre vestido de negro, saco una navaja del bolsillo y mirando a Alex, se la puso a Azucena en el cuello y dijo:  

- Alex, ya has visto a quien tenemos aquí, todo depende de ti, las cosas puedes salir bien si haces lo que te digo o mal, si ignoras todo esto..

- No le hagáis daño, por favor, haré lo que queráis, ella no tiene la culpa de nada... - contesto Alex  

  - No te metas en nuestros asuntos, deja la investigación que estas haciendo, hay cosas que no puedes entender, hay cosas que no deben sacarse a la luz o muchas personas serán perjudicadas  

- Lo haré, además estoy en punto muerto, no se como seguir, cerrare la investigación, pero por favor, suelta a Azucena...  

- Quedaros aquí, nosotros nos vamos, esperad media hora, luego podéis iros, si me entero que continuas investigando, me encargare de ti.  

Se fueron, en cuanto salieron por la puerta, Alex fue hacia Azucena, le miro a los ojos, comprobó que estaba bien y la abrazo, diciéndole al oído: todo acabo, estamos bien, empezaremos una nueva vida en otro lugar, muy pronto esto será un mal recuerdo, Te quiero.

  Al final tuvieron la cita perfecta junto a las mejores vistas de la ciudad, antes de ir al Aeropuerto y viajar hasta un lugar desconocido y tener la vida que ambos desearon.      

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