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Escribir como quien recuerda: la voz narrativa y el estilo en Cabalgando entre dos tiempos

Escribir como quien recuerda: la voz narrativa y el estilo en Cabalgando entre dos tiempos
Escribir como quien recuerda la voz narrativa y el estilo en Cabalgando entre dos tiempos

Escribir como quien recuerda: la voz narrativa y el estilo en Cabalgando entre dos tiempos

Uno de los elementos que más claramente distingue Cabalgando entre dos tiempos dentro del panorama de la novela histórica es su voz narrativa. No se trata solo de quién cuenta la historia, sino de cómo la cuenta. La elección de un narrador en primera persona, que escribe desde la madurez sobre su propia vida, condiciona profundamente el estilo y el tono de la obra.

Faustino de Garay no narra para justificarse ni para engrandecerse. Narra porque teme el olvido. Esa motivación íntima impregna cada página y convierte la novela en algo más cercano a una confesión que a un relato heroico. El lector no recibe hechos cerrados, sino recuerdos interpretados, a veces dudosos, a veces dolorosos.

El estilo acompaña esa intención. La prosa de Nuria Alonso Garcés es fluida, cuidada y sostenida, con frases amplias que permiten la reflexión sin perder claridad. Hay encabalgamientos, digresiones y pausas que reproducen el ritmo del pensamiento más que el de la acción. Esto refuerza la sensación de estar dentro de la mente del narrador, no simplemente siguiendo una trama.

Uno de los grandes logros del libro es que el lenguaje resulta verosímil sin caer en el exceso arcaizante. No hay una acumulación artificial de expresiones antiguas ni un afán por imitar el castellano del siglo XIX de forma rígida. El resultado es un equilibrio que facilita la lectura y mantiene la atmósfera histórica sin levantar barreras innecesarias.

La memoria, además, no es presentada como algo fiable. Faustino reconoce sus errores, sus deseos mal gestionados y su incapacidad para comprender ciertas consecuencias en su momento. Este reconocimiento constante introduce una tensión interesante entre lo vivido y lo entendido a posteriori. El narrador sabe más ahora, pero ya no puede cambiar nada.

Este enfoque se aprecia especialmente en el tratamiento de las relaciones personales. Las mujeres que pasan por la vida de Faustino no son idealizadas retrospectivamente. Tampoco se ocultan las consecuencias emocionales de su comportamiento. El tono es directo, a veces incómodo, pero coherente con la honestidad que propone la novela.

Desde un punto de vista estilístico, también destaca la manera en que se integran los elementos históricos. Cartas, conversaciones, desplazamientos y referencias políticas aparecen como parte natural del relato, no como interrupciones explicativas. La autora confía en la inteligencia del lector y evita subrayados innecesarios.

El resultado es un texto que se lee con continuidad, pero que invita a la pausa. No es una novela para devorar, sino para acompañar. Cada capítulo añade capas de sentido, no golpes de efecto.

En un mercado donde muchas novelas históricas apuestan por la espectacularidad, Cabalgando entre dos tiempos propone otra cosa: una voz que recuerda, duda y se interroga. Y esa elección estilística, lejos de debilitar el relato, lo dota de una solidez poco común.

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